Esa casa por la que tanto te esforzaste, por hermosa que luzca, un día parece sombría cuando la soledad se mete a vivir en ella. Y la gente se marchó, cansada de tu indiferencia.

De pronto te ves lleno de todo aquello por lo que trabajaste, y te cae encima el vacío. La ausencia. El irse. El ya nunca más. Y no puedes parar de llorar de sentirte tan, pero tan hueco por dentro.

Cuidado con la confusión de creer, que andar todo el día ocupado, significa ser productivo. Saturarte de compromisos y dejar de lado las relaciones, hará que la vida te pase de largo. Cuando mires hacia atrás, no sabrás cómo de pronto ya se te fueron los años. Y dirás: ¿qué hice de mi vida? ¿a dónde se fueron todos?

Mucho cuidado, con la trágica costumbre de evaluar el éxito en función de logros obtenidos. Acumular títulos y posesiones, sin compartirse con la gente, solo produce soledad. Ay de aquel que se enfrascó en una carrera loca! yendo cada día más rápido, y sin saber nunca adonde se dirigía. Ay de aquel que se de cuenta! que no llegó a ningún lado con tanta prisa, pero no tenga más años para repararlo.

Cuidado con que tu vida se llene más de cosas que de personas; señal de que has perdido el rumbo y el sentido. Cuando son más las juntas de trabajo, que las reuniones mirándose a los ojos. Una televisión nueva, sólo tiene sentido cuando la miras con las personas que amas. ¿Cuánto dura el gusto del auto de tus sueños, manejándolo sin copiloto?

Mucho cuidado con que la ironía te haga presa: ni todo tu dinero te va a devolver a la abuela que ahora extrañas y te aburría con sus historias. Porque la diste por sentado. Y pensaste que nunca se iría.

Y ni todas tus influencias juntas podrán hacer que regrese la infancia de tus hijos. De pronto ya eran grandes y no supiste en qué momento. No más gritos destemplados ni juguetes regados. Ni colgarse de tus piernas reclamando tu atención. ¿En serio pensabas que siempre serían niños? Nada te hace sangrar por dentro, como esa pregunta de ¿cómo es que crecieron tanto?

Cuidado con perderte el presente posponiendo ese café con tus amigos. A veces toca tomarlo en la funeraria con ellos en un cajón. Porque no tenías tiempo…

/ Gabriel Rubio / Psicoterapeuta.

Por